–Ya me tomé la pastilla roja –comenta Dominga sin que yo sepa a qué se refiere para después aclarar–. Salí de la matrix.
Me costó trabajo comprender a qué se refería. Ya después me recordó que en la película de los hermanos Wachowsky esa pastilla fue la que le dieron a Neo para despertar y salir de la matrix. Platicamos un buen rato con Norma y me hizo caer en la cuenta del momento que vivo en la actualidad.
Más allá de complots y grupos oscuros al estilo de esa cinta o del Código Da Vinci, pongo mi vida en retrospectiva y me hago consciente de que trabajo desde que tengo edad para hacerlo, y lo hago para empresas o instituciones donde me hacen sentir que de verdad me hacen un favor al darme empleo. Dominga me cuenta acerca de salir de un letargo en el que todos caemos, donde al final hacemos lo que los demás quieren. Entonces, somos manipulados siempre. Y parece de cuento, pero la verdad es que, si nos ponemos a pensar, somos educados para obedecer, consumir y no preguntar.
Ella lee, investiga, hace hallazgos, tiene en mente a su hermano sacerdote y se hace más preguntas. Sin embargo, eso le da paz y eso es algo que compartimos.
Hoy me desperté a las 8:30, puse la radio, me senté a escribir, fui a tomar un café con Clarisa, regresé, fui a la librería del FCE, me quedé un rato en la Rambla Cataluña, encontré amigos, saludé a Mariño, a Gil, a Nubia, me dijeron que había escrito un texto “que no quedó tan mal”, me aguanté la risa, regresé a casa, hice la comida, abrí libros nuevos, sonreí, me senté a escribir y al rato iré al cumple de Zul. Esa es una rutina que da paz y que me hace sentir libre.
En efecto, no tengo para pagar la renta, pero sé que llegará el dinero, y luego veré qué, mañana no sé qué haré en la mitad del día, pero la otra mitad disfrutaré ver a mi papá con sus amigos de la adolescencia. Además, este tiempo he escrito como nunca. Tengo proyectos en mente y tiempo para dedicarme a ellos. Recuerdo a FoLé cuando me contó lo difícil que fue para él la decisión de dedicarse de tiempo completo a la pintura. Entonces hago cuentas, sé que me irá bien, me tengo una confianza tremenda y nada ni nadie me puede detener. Entonces el impulso de mi gente, con Miriam y mi familia a la cabeza, cobra sentido. Le explico a un sacerdote acerca de lo difícil que es reconocer que tengo dones y la responsabilidad de explotarlos, de aprovecharlos para regresarle así a Dios (o como le queramos decir) todo lo que me da, pero sobre todo, darle sentido a todo lo que hago. Servir.
Ser libre luego de tomar la pastilla roja, da mucho miedo, me obliga a aprender a caminar de nuevo, a volver a conocer a las personas y sobre todo, a verlas desde otra perspectiva. Es entenderlo todo, renunciar y rechazar propuestas que me puedan amarrar de nuevo y saber que todo irá bien, porque ser libre ya es suficiente bueno.
La pregunta más frecuente: ¿A qué te dedicas?
Me acostumbro a decir que a escribir, aunque la siguiente pregunta sea qué hago para vivir. Llegará un momento en que dejaré de dar explicaciones. La libertad cuesta. La quiero.
*En la foto, con Zully, mi sobrina. En uno de mis actos de libertad.
1 comentario:
mi querido pancho:
haz entendido por completo el mensaje. se trata de un cambio individual, de la libertad que cada uno como ser humano tiene, y que debe ejercer con responsabilidad y conciencia. ese es el secreto de la vida. de nuestra vida. estamos aqui para ser libres, y me siento completamente satisfecha porque asi te veo y te siento ya, libre, responsable y conciente de TU vida.
el miedo? claro que da miedo al principio... pero no te alimentes de eso... el miedo nos hace volver de nuevo al esclavismo, asi que, disfruta de tu libertad.... y el miedo tiralo a la basura.
TE QUIERO.
dominga
Publicar un comentario