viernes, junio 17, 2011

Un sueño

Abro los ojos y observo el cielo tras mi ventana. Sigue oscuro. Reviso el reloj. 5:30. Reviso lo que acabo de soñar. Es común que en cuanto nos levantamos ya olvidamos aquello que soñamos mientras dormíamos. Repaso lo que apenas recuerdo, estiro la mano y levanto mi cuaderno que siempre dejo al pie de la cama. Alcanzo un lápiz y escribo en la oscuridad. No hay tiempo para encender la luz. Después duermo.
Ya que el sol me lo permite, despierto de nuevo y encuentro las notas que aparecen en el cuaderno. Apenas les entiendo y hago un esfuerzo por traer las imágenes de lo que soñé. Y recuerdo que mi abuelita Lila me visitó.
Aparezco en distintas vidas paralelas, me pongo los zapatos de otros, me extravío en calles que nunca he visitado pero conozco, calzo tenis rosas fluorescentes. Sólo mi hermano Hugo usaría unos así. Encuentro a mi mamá. ¿Te has dado cuenta de todo?, le pregunto para saber si en cada paralelo entiende lo que ocurre. Asiente y voltea hacia mis pies. Sabe de quién es lo que traigo puesto.
Un Cri-Cri de barro, gastado, viejo, aparece en una repisa. Me lo acerca mi abuela. Se lo pone en la oreja. ¿Qué dice?... Escucha a la figurita. Que ya no dejes salir a tu campanita. Soy lo que ahora, pero soy un niño.
En el ambiente escucho Así, de María Grever. Se repite muchas veces.
¿Y qué más dice? Me contesta algunas borucas y se ríe. Es que sólo yo entiendo lo que dice, me comenta.
En el cuaderno aparecen notas que me revelan lo que entendí al despertar en la madrugada. Cuando era niño, mi abuela Lila unía sus manos para simular una cajita donde guardaba un grillito que le decía cosas. Lo acercaba a mi oreja y yo escuchaba también, aunque no le entendía. Es que sólo yo puedo entender, explicaba con su tono enigmático.
Esa estimulación a imaginar era recurrente en ella. No pierdas tu campanita. ¿A qué se refiere? Hay que abrir la mente a posibilidades: Campanita es un hada, y para tener contacto, hace falta aprender a escuchar lo que dice quien está en la cajita de las manos. Ser niño. Abrir el corazón a serlo. En Peter Pan, negar la existencia de las hadas era asesinarlas. El consejo llega ahora que intento rescatar esa parte.
Los sueños, los eventos cotidianos, una frase, un gesto, el color de la mañana, todo es un mensaje que aprendo a leer, a interpretar. Y visitas como la de anoche, siempre son un placer. Por ahora, escucho canciones de María Grever y Vicente Garrido.