martes, noviembre 24, 2009

Tiempo perdido / Tiempo invertido


Hago una relectura de Momo, de Michael Ende, y mientras me vuelvo a encontrar con ella y sus amigos Bepo, Gigi y la tortuga Casiopea, me veo reflejado en los hombres de gris, encuentro en mis amigos, en mi familia, en la gente que veo a diario, algo de ellos.
Los hombres de gris procuran que nadie los recuerde, se presentan un día, hacen números a cerca del “tiempo perdido” y abren una cuenta. Ellos son expertos en lo que llamamos “aprovechar el tiempo” y elaboran agendas donde el tiempo para darle de comer al perico, de visitar a la familia, de jugar, de ir al cine, de hacer una llamada para saludar, incluso de comer, no aparece.
Momo y sus aliados son capaces de resistirse a esto, porque a pesar de que se esconden los hombres de gris, los recuerdan, saben que existen, los enfrentan con tal de conseguir que las personas recuperen su tiempo libre.
Estaba en la preparatoria cuando leí por primera vez este libro, y aunque Momo es literatura fantástica, aborda un tema real que hoy me preocupa más que entonces. Periódicamente no tengo tiempo para comer, tampoco para levantar el teléfono y preguntar a mi mamá cómo está, para escribir, leer, salir de campamento y menos aún para estar con mis amigos o asistir a un cumpleaños o a una FIL. De la misma manera que Momo puede ver a los hombres de gris mientras los demás no lo hacen, ahora estoy más consciente de ese tiempo invertido (y perdido) en el trabajo.
Todos somos el espejo del otro, esa reflexión aparece también en la novela. Así, me veo en la gente que conozco. Pero me preocupa, sobre todo, notar esa pérdida de vida “invertida” en más tiempo con la gente que amo; como Hugo que decide no comer a sus horas (o de plano no lo hace); como Miriam, que es incapaz de saludar y para no hacerlo mejor bloquea del msn a las personas que la quieren; como Norma que prefiere no descansar y a quien le parece que el tiempo para ella vale menos; como Liz, que nunca tiene tiempo tampoco; y sobre todo, como yo que he hecho lo anterior y mucho más.
Mi estancia en Tequila me hizo ser así también. Curioso, porque vivo en un pueblo donde se supone la vida es más leve. Pero esto del tiempo no depende de un sitio, sino de uno mismo.
Así he desatendido a mi familia, a amigos entrañables e indispensables como Toni, Carmen, Rocío, Betha, Gabi, Mario, Fredy, Tessie, Triana, Cynthia y muchos otros. Y hacerlo consciente, ayuda. Hoy me preocupa, y en la medida de lo posible, poco a poco, empiezo a corregir esto del tiempo, a recuperarlo, a tenerlo “libre” para situaciones a veces más importantes que el trabajo y que a su vez, son las que indican que vale la pena vivir. "Hay prioridades", dice mi papá, y se refiere a la gente que queremos y nos quiere.
Los hombres de gris nos rondan y dominan, pero descubrirlos y contarle a los demás que existen, hace que desaparezcan. Por no tener tiempo libre podemos perder a los amigos, la familia, los amores, el gusto por ver, escuchar, probar, de sentirlo todo. Recuperarlos, no siempre es fácil, no siempre se puede.