viernes, mayo 21, 2010

San Francisco de Asís


Pepe Villaseñor: Pancho, te anda buscando Pepe Hernández porque dice que ya tiene la pieza que le encargaste. Me parece que es un San Francisco de Asís.

A mi mente llegaron varios recuerdos relacionados con este santo. “El más cercano a Cristo”, decía Fray Jesús María cuando yo vivía en Nayarit. Sonreí. Me di cuenta de que haberle pedido a Pepe esta escultura en papel maché, fue un acierto. Mi parte mística está depositada en el hermano de Asís, quien ha sido mi guía y en estos momentos mi soporte. Llegó cuando más debo agradecerle.

Lo cuento poco, por lo serio del tema y lo incómodo de que se me juzgue de fanático o santurrón, pero tuve una visión.
Llegué una mañana, sin planearlo, a la iglesia de Coyoacán, donde me senté, cerré los ojos y le pedí ayuda para saber si escribir para niños es lo mío. Respiré hondo, abrí mi mente y aparecieron imágenes que me impactaron: sus estigmas. Entonces entendí todo. Comprendí que los dones son para ofrecerlos a los demás y lloré de emoción. Agradecí y quedé sin dudas desde entonces.

Fui a casa de Pepe. Ingresar es como estar en un museo de arte popular y sentarse en su sala es como llegar a la vieja casa de una tía que seguramente sabe preparar el mejor champurrado. En este caso, fui bien atendido con un agua de limón con chía y un tequila derecho.

En la plática aparecieron los motivos por los cuales encargué este trabajo, la simpatía que compartimos por Francisco de Asís y desde luego, le conté de mi encuentro espiritual. No me sorprendió que pusiera tanta atención y que además se conmoviera con la historia (reservada para muy pocos). Así, todo cobró sentido, supo que su trabajo llegaría a buenas manos y me quedó claro que se lo encargué al mejor.

Ahora, San Francisco de Asís está en mi casa, creado por un artista que se denomina artesano (rastro de humildad de la tercera orden), elaborado en papel maché que parece estofado de tan bien hecho, con rastros del barroco del siglo XVIII en México y, desde luego, sus tres estigmas. Digno de todas las atenciones y veneración.

Pocos saben de la incursión que hice a los 19 años a la vida franciscana. Ésta me marcó para siempre y Coyoacán sirvió para darme cuenta de que también delineó el camino que ahora decido recorrer.

Hoy estoy contento y, sobre todo, inspirado.

*La foto es la del santo ya mencionado que llegó a la casa.

lunes, mayo 10, 2010

35 años - 35 maestros

La fortuna me acompaña siempre que se trata de quereres. Me doy cuenta de que he tenido una vida privilegiada al contar en mi camino con tanta gente valiosa que me quiere y admira y a quienes siempre agradeceré. Esta vez quiero dedicar mi cumple a las personas de quienes aprendo. Algunas están cerca, otras lejos, hay quienes ya no viven y a quienes ni siquiera estimo. Sé que de todos, todos los que conozco aprendo algo, sin embargo, enlisto a 35 fundamentales. Perdonen si se sienten excluidos algunos, pero de igual manera, como dije antes, hay con quienes ya no tengo contacto o con quienes nunca hubo amistad que sin embargo han sido grandes maestros en mi vida y aquí van incluidos.

Gracias a todos aquellos que recordaron mi día. Muchas gracias por estar conmigo. Espero este año ofrecerles tiempo de calidad.

Ojalá no les parezca extenuante. Yo gocé en escribirlo. Es mi regalo que me di. Si recuerdan a alguien de aquí, espero comentarios.

  1. Lila y Nena. Mis abuelas guiaron mis primeros pasos en el aspecto religioso y con ellas aprendí cuando niño desde persignarme y limpiarme la cola, hasta a leer, rezar o “granjearme” a las personas. Las dos son causantes de que San Francisco de Asís sea mi guía espiritual desde siempre.
  2. Bertha. De mi mamá, todo. De ella aprendo todavía acerca de la nobleza, la unidad, lo que es y debe ser una familia, a llorar sin miedo. Incluso, por una charla que me disgustó con ella, aprendí que no quiero dejar de ser niño jamás.
  3. Francisco. De mi papá aprendo que nadie me para, nadie me vence, y no hay manera de que algo o alguien detenga este tren. Aún cuando se trate de asuntos que en su momento no le parecieron. Hace poco, entendí el valor de la docencia y confirmé que no debo dejar de hacer lo que me gusta.
  4. Hugo. No es fácil aprender a ser hermano. Para esto es necesario hacer a un lado los celos, las envidias y comprender que el amor así de fraternal nunca es fácil, pero no tiene límites.
  5. César. No pude tener mejor maestro de algo que siempre carecí pero que desarrollo conforme convivo con él y eso me fortalece. Mi hermano me enseña acerca del valor.
  6. Lidia. La abracé y la amé para siempre. Es curioso ver que mi hermanita se ha convertido en una mujer que habla acerca de la verdad como pocas personas pueden hacerlo. Mi confidente en casa, mi honestidad se fortalece con ella a diario.
  7. Gracia. Entiendo que mi tía me ve como a su hijo. Al ser la primera persona que me cuidó, tengo mucho que agradecerle. Más aún al saber el tipo de infancia que vivió. Ella, tan hermosa siempre, forma parte de las primeras imágenes en mi vida.
  8. Martha es mi segunda madre. De mi tía aprendo siempre que todo lo que deseo lo puedo conseguir. Es un espejo mío en muchos aspectos y siempre una inspiración.
  9. ChavAkela. Mi primer líder y quien me recibió en el mundo de los scouts. Desde luego que si en algo soy independiente, de él es la semilla. Y si alguien ha sido inspiración para tratar con niños, es mi querido Akela de voz estruendosa y dulce.
  10. Dani Alfaro. A él lo vemos como un padre. Debe ser complicadísimo ser una guía en ese duro paso de la adolescencia a la adultez. Los principios y el arte de tomar la decisión correcta llegaron con una extensa reflexión de la que todos vacilábamos cuando expedicionarios. De él aprendí a guardar la basura en la bolsa del pantalón en lugar de tirarla en la calle.
  11. SergioMario. Es mi primer guía de aventuras. En la tropa, con todo y lo afeminado que era, supo ganarse nuestro respeto y me enseñó las bases del escultismo. De esta forma de vida que me dio todo.
  12. Capi. En una frase me dejó una enseñanza que reproduzco. “Sé que me ves viejo, pero háblame de tú. A ver, ¿hablas con Dios? ¿Y cómo le hablas, de tú o de usted? Ah, si le hablas de tú a Él, a quien más respeto debemos, ¿quién soy yo para sentirme superior?” Desde entonces tuteo a quien sea.
  13. Connie (Concepción Pérez). La primera entrevista que hice en mi vida fue en la secundaria. La maestra Connie, nos ponía a hacer cosas raras y distintas, experimentó con nosotros y sin duda fue mi primera inspiración para la carrera que elegí seguir.
  14. Ocampo. A nivel intelectual es mi primera inspiración. Saber que los Niños Héroes no eran niños ni tan héroes, y que Benito Juárez no fue un santo, movió todos mis esquemas. Sin esa clase de Ciencias Sociales en secundaria, dudo que me hubiera llegado la inquietud de saber qué hay más allá de lo que se dice. De él supe por primera vez que los libros de texto no sirven para educar.
  15. Tere. La vi por primera vez a los 8 años y me flechó. Se trata del amor de mi adolescencia. De ella obtuve cátedra de amor y desamor, de aprecio y desprecio, de lo lindo y lo espantoso que puede ser sentirse enamorado.
  16. Chino (Hedilberto). Mi compañero de viaje y mi amigo más antiguo. De él y de todos mis demás hermanos scouts he aprendido muchísimo. Pero algo que nunca olvido es que me enseñó cómo tomar café y la importancia de caminar derecho para echar los problemas atrás.
  17. Ángela. Si un día llego a dar clases a nivel licenciatura (que es una meta para mí) desde luego que será siguiendo sus pasos. Me parece que es la primera mujer que me sorprendió con su brillantez y su sencillez. En una muy breve charla me dio el nombre de un poeta colombiano a quien admiro: Jairo Aníbal Niño, de quien he aprendido muchísimo a través de sus letras.
  18. Néstor. “Clávense. Si hay algo que les gusta hacer, clávense y conviertan todo en herramienta para realizarlo”, dijo. No recuerdo nada más de esa clase. Sólo esa recomendación que luego de la carrera se convirtió en una guía.
  19. Nepote. El gusto por la literatura lo adquirí en la preparatoria. El taller de lectura de él fue por demás estimulante y hasta entonces comencé a convertirme lector (algo tardío).
  20. Gil. Comprender qué se necesita para trabajar con y para los niños fue a través de Gil Domínguez, en Radio UdeG, mi primera escuela real.
  21. Negro Guerrero. “Tú no me enseñas nada. De ti aprendo”. Esa frase y comprender el valor de desarrollar el lado femenino sin avergonzarse, han sido invaluables y parte importante de toda mi formación profesional.
  22. Clarisa. Aprendí por primera vez lo que era tener una relación y malaprendí que para que alguien se enamore de mí es importante no ser tan bueno. También con ella me eché el primer cigarro (algo que nunca hice habitual)
  23. Gabi. Escuchar con las orejas y el corazón viene de ella, así como mi gusto por el jazz. Es mi instructora musical y de ideas claras y sencillas que pueden ir de la razón a las sensaciones.
  24. Ana. Hizo que me enamorara definitivamente del periodismo y marcó mi paso. Con ella aprendí a comprender que era bueno escribiendo y que se me daba con relativa facilidad. Además, es quien me hizo incursionar al verdadero gusto por las artes plásticas, una de mis pasiones..
  25. Franco. Marcó la manera de definir un estilo al escribir, acerca de la ética y el valor de saberme bueno en lo que hago. Me parece que con él aprendí a explotar el punto.
  26. Triana. Es el hermano mayor que no tuve. En mis momentos de mayor depresión me sacó a flote y me enseñó a valorar y tomar cada vez más en serio lo que hago para niños. Es también un maestro en asuntos de grilla.
  27. Toni. Durante un tiempo busqué un maestro guía, con quien platicara y aprendiera de todo. Ese maestro llegó en Toni Guerra, quien con todo el amor me hizo notar y no solo eso, sino descubrir que para algo tengo talento y que además puedo explotar más allá de lo que creo.
  28. Carmen. Desde luego que la Villoro ha sido toda una inspiración para mí. Con ella me empecé a dar confianza para escribir, es el primer paso del gran paso que doy ahora para dedicarme a escribir, y la muestra de que puedo alcanzar cualquier cosa que desee.
  29. Migues. Ver crecer a Miguel Ángel, ver sus proyectos, ver cómo se realizan, es encontrarse con un monstruo creativo. Nada más platicar con él es estimulante.
  30. Celina. El amor es Celina. Es la muestra de que a veces amamos tanto que nos da miedo y vergüenza y decidimos huir. Sin ella no habría publicado mi primer libro.
  31. Ana María Machado. Esta escritora brasileña me enseñó bastante en tres pláticas que pudimos tener. Mi autora para niños favorita, la más completa, la más inteligente, la más sencilla, me guió en mi trabajo como escritor cuando decidí comenzar.
  32. Guillermo. Uno de mis más recientes maestros fue Memo, mi exjefe. Reconozco que cuando lo conocí no esperaba mucho de él, pero durante tres años se convirtió en mi guía en cuanto a lo político y afectivo. Me mostró la sierra
  33. El Peri. Puedo hablar poco de él. En realidad no lo conozco. Sin embargo, en más de 30 años no odié a nadie y dudo que alguien me haya llegado a odiar como él. Con él aprendí lo que es eso y saberlo me abrió los ojos al mundo real.
  34. Raquel. Sí, ella realiza un servicio por el que pago, pero es una maestra que ha superado mis expectativas. Mi terapeuta ha sido fundamental para el tiempo que ahora vivo. Sé que yo hago las cosas, pero ella me ha mostrado los caminos a seguir y los resultados saltan a la vista para quienes me conocen bien.
  35. Miriam. Mi actual maestra del corazón. Es dura, impuntual, corajuda, pero es quien me ha hecho comprender que el amor cuesta y que comienza con uno mismo. De ahí parte todo. Además, saber que la tengo a mi lado (aunque sea a distancia y en silencio) me da la fortaleza que necesito en momentos como este.

Tan afortunado soy que la lista es más grande. Pero siempre será insuficiente el espacio y siempre serán insuficientes los números, y siempre será insuficiente el amor que merecen todos mis maestros de la vida que a su vez son mis compañeros de camino. Gracias, gracias a los que me he topado alguna vez. Créanme que tengo una frase de cada uno

sábado, mayo 08, 2010

Silencio


Estos días he aprendido mucho del silencio. Mi terapeuta ha insistido en que realice ejercicios de meditación, donde el silencio es fundamental para escucharme, para entenderme mejor y continuar con la vida poniéndome mayor atención.
En la música, el silencio sirve para darle sentido a lo que se escucha, en el sentido de la atención (como en un cuento que ahora escribo donde un hombre sencillo, encargado del mantenimiento de un teatro es pieza fundamental para que las orquestas se escuchen como en ningún otro lugar), y en el de la propia música, como pausa para hacer cambios en lo clásico o simplemente para sorprender, como en el jazz.
Indisciplinado, como siempre, para escribir, salgo a mi yo interno a buscar el método. Entonces comprendo la importancia del silencio. Éste me ha servido para acompañar a las letras, para captar con más claridad lo que siento y lo que pienso. Hay resultados que me gustan.
El silencio, también, lo dice todo. Nos ayuda a hablar más de lo que se cree. Recuerdo que en mi adolescencia, cuando los golpes del matamoscas dejaron de causar efecto sobre mí, mi madre utilizó un método más infalible: el silencio. Nada me dolía más que eso. Y el silencio se convirtió en mi peor castigo.
El silencio también es un grito, una imploración para solicitar espacio. Yo no sé si perdí algo de lo más importante que ahora tengo en la vida por hablar demasiado, pero recibí hace unos días un mensaje claro que creo entender: silencio, como una solicitud de distancia, de dejar ser. "Hazlo orgánico", me dijo Vanessa. Entonces dejo fluir al silencio. Ya se hablará después. Siempre hay tiempo y como en el caso del silencio de mi mamá, el amor no está en duda.