miércoles, junio 03, 2009

Zacatecas



Mi madre y yo acostumbramos regalarnos un día para celebrar mi cumple y el día de las mamás (coinciden en fecha). Entonces nos vamos al cine, a comer, a cenar, platicamos y estamos nada más el uno para el otro. Este año, supe que ella y mi tía Martha irían a Zacatecas con su grupo de pensionados y decidí tomarme una semana de vacaciones para acoplarme. Empaqué mis cosas, las alcancé allá y disfruté mucho su compañía mientras me daba cuenta de que hace muchos años que no tomo una semana de vacaciones. Quizás cinco o seis.

Recuerdo mucho que alguien dijo que descansar es parte del trabajo porque nos hace rendir más. Y también, el descanso cuenta con ese espacio encargado de crear: el ocio. Zacatecas es un lugar para observar con atención. Sus calles, museos y edificios, hacen un conjunto único en nuestro país. Antes la comparaba con Guanajuato, pero ahora estoy seguro de que esta ciudad me gusta mucho más porque no huele feo, su gente es más bonita y cuenta con museos llenos de magia.

Ya tenía un par de deudas. Con mi mamá y mi tía visité el Museo Rafael Coronel y me dejé impresionar por la colección de máscaras, pero sobre todo con la de títeres de Rosete Atanda. Luego de mucho caminar, de reír con mis doñas favoritas y de echarnos una bailada por la noche en la cena de los jubilados, donde por cierto fui testigo de pasiones sin edad, me quedé solo.

El último día decidí dedicarlo al Museo Manuel Felguérez, único en el país dedicado al arte abstracto. Allí fui tocado en el corazón. La sensación de ver tantas piezas que me gustaron, hizo que en algún momento me quedara sobreestimulado. Era mucha información. Pero sin duda, lo que me dejó más impresionado fue la sala dedicada a Osaka, con obras de 10 x 12 metros. ¡Wooow!, y una donde se camina en un pasillo suspendido, y donde descubrí que el museo antes fue una prisión.

En Zacatecas también conocí, hace algunos años, a Martha. Aprovechamos para cerrar un ciclo y darme cuenta de que crecer no siempre es placentero.

En fin. Las vacaciones terminaron en el cumple de Vania, en El Calavera, donde lo pasé genial con tres amigas a quien me dio harto gusto ver, y en el teatro, donde al fin pude ver "Canek".