sábado, marzo 08, 2008

Al fin comienza el taller


Me siento frío. Como saben muchos de ustedes, en Guadalajara llegué a tener hasta cinco trabajos al mismo tiempo. Y procuraba que una de ellos, al menos, estuviera relacionado con dar talleres a niños. Últimamente me siento más adolescente que niño, y la verdad hace mucho tiempo tengo ganas de trabajar con chavos de prepa -ya experimenté con los de secundaria y créanme que fue lo más difícil que he hecho en mi vida-. Además, hace rato que no me siento a escribir con la disciplina que se requiere. Así fue como trabajé durante mucho tiempo la idea de crear un taller de poesía en voz alta.
Sí, no se trata de nada nuevo. Juan José Arreola hizo fama de excelente lector en voz alta y él ya hacía talleres de esto. La idea es, trabajar con chavos de entre 15 y 18 años, para lograr un montaje con la calidad suficiente para presentarse en cualquier ciudad, donde ellos lean poesía con toda la irreverencia que se requiere. Además, el taller incluye una actividad al mes donde vamos a hacer poesía en acción, o lo que algunos llaman: actos poéticos, donde la gente de Tequila sea sorprendida por la palabra.
Como en todo proyecto nuevo, el miedo siempre está ahí, retando. Le di largas al asunto, hasta que un día tomé imágenes de obra de José Fors para unos cartelitos en tamaño carta donde invito a un taller experimental de poesía en voz alta, me conseguí una casa que es bar por las noches para darlo allí y con la intención de que fuera independiente de instituciones, y puse como fecha de inicio, este día, sábado 8 de marzo. El martes fui a la prepa y al CBTA, dejé cuatro en cada lugar y con eso era suficiente. La promoción debía ser discreta, sólo para observadores. Eso cuenta. No quiero mucha gente, quiero algo más o menos selectivo.
Se llegó el día. Pensé en la posibilidad de que no respondiera nadie a la invitación. En estas cosas hay que preparar el corazón. La Casa Rosbec estaba cerrada. Fui a casa del dueño, no había nadie, y decidí sentarme al pie de la puerta. Comencé a leer un libro y de repente, se apareció un chavo como de 17 años en una bici. "¿No han abierto?", que me dice. Y que le digo: "¿A qué venías?". Y que me dice: "A algo de poesía. Quería saber cómo era la onda". Se bajó de la bicicleta, se presentó como Ramsés y lo invité a sentarse. Entonces le expliqué de qué trata el taller mientras me interrumpía cada que pasaba una mujer por la calle. "Es que les estoy regalando una paleta por su día". Así me di cuenta de que llegó la persona indicada. Cuando bordé lo de la poesía en acción, se entusiasmó mucho. "Sí quiero venir", me dijo, y le pedí que invitara a alguien más. "Dos amigas. Seguro a ellas les va a gustar".
Ramsés es el último hijo de cinco hermanos. Su papá conduce trailer en el gringo y su mamá es intendente de una secundaria de aquí. El sistema funcionó. Buscaba a alguien observador y osado para el proyecto, y creo que encontré a la persona indicada.
Un asistente puede parecer mala noticia, casi fracaso, pero me entusiasmó mucho su interés, sus ganas de aportar. Yo pienso que el taller ya inició. A ver qué pasa el próximo sábado. Tengo muchas esperanzas de que esto crezca y según veo, será de manera muy naturalita, como me gusta.

* La imagen es de José Fors, y la utilicé para los carteles de invitación.