viernes, noviembre 26, 2010

Pausa

En lo que va del año, no había sentido esta deliciosa sensación de presión laboral. Lo curioso es que siempre llega en las mismas fechas. Si no era FIL, era la Feria Nacional del Tequila y el informe. Hoy, la entrega del proyecto de difusión para la Ruta del Tequila (libro unfantil y gaceta) me quita el sueño, me obliga a ser creativo y eficaz en corto tiempo y me pone en una situación de la que no puedo quejarme. Hago lo que me gusta, lo que sé hacer bien, trabajo con un equipo de personas que respeto y admiro y lo mejor de todo, lo que va hasta ahora, me entusiasma.
Sí, tengo diez días para entregar y no me salen las cuentas, pero ahora que visité al San Francisco de Coyoacán (el mismo que me habló hace un año), recuerdo que estas encomiendas tienen solución, no estoy solo, todo se pondrá en el sitio que corresponde y saldrán bien las cosas.
Lunes y martes me daré un tiempo para ir con mis proyectos, de stand en stand, esperando que a alguna editorial le puedan interesar. Voy preparado. No es fácil que a un desconocido le abran la puerta así nada más, pero eso no me puede quitar la idea de seguir en el camino de los libros para niños. Ya habrá modo. Paciencia.
Ahora tomo una pausa para pensar. El trabajo, la presión económica, una situación personal, otra, me hace montar mi carpa de circo de cinco pistas y que me olvide de ese momento de reflexión que pone todo en su lugar. Una pausa es ganar tiempo, hacer que éste funcione de manera óptima y que la corriente vaya a donde quiero llegar.
Este año ha sido el más difícil que he tenido en lo económico. También es en el que he tenido menos dudas y he encontrado paz. Me siento bien conmigo y consciente de que no iba a ser fácil elegir una independencia como la que ahora vivo. Eso le da orden a todo. El dinero llegará, el trabajo aquí está, y los medios aparecen en mi camino. Dios me consiente.

viernes, noviembre 12, 2010

Guadalajara-FILIJ-Guadalajara


El mes se pasó y ni cuenta me di. Es más, ni había entrado aquí a revisar cómo van las cosas. En fin. Octubre fue para retomar camino, para poner todo en orden en el proyecto de la Ruta de los Niños en el Paisaje Agavero, para al fin titularme y para renovar votos.

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Ayer fui a visitar al San Francisco de Asís de Coyoacán, en una parada obligada antes de dirigirme a la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil que llega a sus 30 años y que me hace recordar cómo desde hace tiempo acudo a encontrarme con novedades (acá es más fácil detectarlas porque en la inmensidad de la FIL de Guadalajara todo se pierde) y establecer contactos.

En el Cenart (DF), recuerdo cómo vine la primera vez para hacer coberturas. Eso fue hace algunos años... Creo que desde 2002. Aquí vi a Rocío Coffeen recibir un premio como ilustradora y tuve la oportunidad de entrevistar a gente como: Pascuala Corona, Mireya Cueto, Juan Gedovius, Francisco Hinojosa, Gabriel Pacheco y de darme cuenta que los autores para niños no están acostumbrados a las entrevistas. Entre todo lo que envuelve a la capital del país, prácticamente resultan de nulo interés para la prensa. Triste.

Lo anterior me hizo pensar en mis amigas y colegas: Tessie Solinís y Érika Zepeda, a quienes admiro y con quienes conformo un reducido grupo de autores tapatíos para niños. Me di cuenta de que si los autores que viven en el DF son ignorados, pues nosotros que vivimos en Guadalajara estamos aún más en la orilla. Esto me hace entender por qué muchos de ellos cuidan con tanto celo su sitio.

Todo esto me recuerda a Michael Ende, quien habla de los autores para niños como una pequeña tribu que no tiene cabida entre los demás escritores. Y a pesar de eso, puede parecer extraño pero no me siento excluido. Seguro es porque no me siento parte ni me interesa. Mi familia está conformada por gente que ha hecho que la cultura infantil crezca en calidad y oferta en Guadalajara: Jorge Triana y Cynthia García; Miguel Ángel Gutiérrez y Ana Zataráin; Tessie, Érika y Yademira (quien debería publicar porque es muy buena escritora), Gilberto Domínguez, Araceli Aguerrebere, Luis Delgadillo y Maya Peñafiel, entre otros que me hacen recordar la importancia de aquel Encuentro Nacional de Promotores de Cultura Infantil que sirvió para revisar el trabajo que se realizaba hace 15 años y homologar criterios.

El caso es que vengo y me doy cuenta de que quienes escribimos para niños en Guadalajara somos los marginales de los marginales. Y que eso nos pone en pie de lucha constante. Me pone feliz ver que Érika ha sabido colocarse entre un par de editoriales importantes; me pone orgulloso encontrarme con más y más libros ilustrados por Cecilia Rébora y Ale Barba; me inspira siempre la guerrera de Tessie; me pone de buenas ver cómo crece y mejora cada vez el espectáculo de Luis Delgadillo hasta convertirse en uno de los mejores del país (ni cómo cuestionar eso), y me anima ver que en teatro, tanto Fausto Ramírez y Susana Romo, como Luna Morena, crean los mejores montajes para niños, en una tendencia interesante, donde se le pierde el miedo a los temas.

En fin. Vengo a FILIJ y me encuentro con que Petra Ediciones, de Peggy Espinoza, es protagonista siempre y con que tenemos mucha calidad en propuestas y aún más potencial, en mi ciudad. Ahí es donde no es posible y sí es muy triste que tanto FIL Niños como Papirolas, así como los museos El Globo y Trompo Mágico, nada más no encuentran para dónde jalar.

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Hoy es Día Nacional del Libro (por ser natalicio de Sor Juana), y me regalaron "Claridad Errante", de Octavio Paz.

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En la FILIJ está la exposición "Las imágenes cuentan". Se trata de una retrospectiva de ilustradores de 1979 a 2010. Allí encontré dos originales de Rocío Coffeen: Eñe y Eme, del libro "Cuentan de algunas letras" que escribí. Me hicieron el día. Pronto llegará el editor valiente que quiera publicarlo de nuevo. Deben quedar unos 10 ejemplares a la venta en la librería del Exconvento del Carmen.