En lo que va del año, no había sentido esta deliciosa sensación de presión laboral. Lo curioso es que siempre llega en las mismas fechas. Si no era FIL, era la Feria Nacional del Tequila y el informe. Hoy, la entrega del proyecto de difusión para la Ruta del Tequila (libro unfantil y gaceta) me quita el sueño, me obliga a ser creativo y eficaz en corto tiempo y me pone en una situación de la que no puedo quejarme. Hago lo que me gusta, lo que sé hacer bien, trabajo con un equipo de personas que respeto y admiro y lo mejor de todo, lo que va hasta ahora, me entusiasma.
Sí, tengo diez días para entregar y no me salen las cuentas, pero ahora que visité al San Francisco de Coyoacán (el mismo que me habló hace un año), recuerdo que estas encomiendas tienen solución, no estoy solo, todo se pondrá en el sitio que corresponde y saldrán bien las cosas.
Lunes y martes me daré un tiempo para ir con mis proyectos, de stand en stand, esperando que a alguna editorial le puedan interesar. Voy preparado. No es fácil que a un desconocido le abran la puerta así nada más, pero eso no me puede quitar la idea de seguir en el camino de los libros para niños. Ya habrá modo. Paciencia.
Ahora tomo una pausa para pensar. El trabajo, la presión económica, una situación personal, otra, me hace montar mi carpa de circo de cinco pistas y que me olvide de ese momento de reflexión que pone todo en su lugar. Una pausa es ganar tiempo, hacer que éste funcione de manera óptima y que la corriente vaya a donde quiero llegar.
Este año ha sido el más difícil que he tenido en lo económico. También es en el que he tenido menos dudas y he encontrado paz. Me siento bien conmigo y consciente de que no iba a ser fácil elegir una independencia como la que ahora vivo. Eso le da orden a todo. El dinero llegará, el trabajo aquí está, y los medios aparecen en mi camino. Dios me consiente.
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