martes, abril 13, 2010

Domingo


Tuve una vez un domingo feliz. Espigada sonríe, se muestra segura, habla del lugar como si se tratara del inicio de un sueño realizado. Serio, peinado a un lado por fuerza, intenta hablar y le gana la risa, son nervios. Alto y con el mayor desenfado al caminar, observa cada detalle, no habla.
Hugo cuida con la mirada a sus hijos, un niño y dos niñas con distinto carácter pero las mismas facciones, se ve contento. Lidia se siente apoyada con la presencia de David. César no demuestra manifiesta orgullo, pero en cuanto aparece Grettel, se convierte en ese personaje rudo capaz de enternecer a cualquiera.
Tengo tres regalos que no son el cielo, la luna ni el mar, pero son lo mejor que pudieron dar mis padres.
Muchas veces digo que en ocasiones me siento el menor de los cuatro y quizás sea por el nivel de admiración que les tengo. Quisiera tener el valor de César, el carácter de Lili y la mesura de Hugo, quisiera estar con ellos todo el tiempo y por eso procuro compartir su felicidad cada que se puede. Esta última vez los observé y no pude evitar el recuerdo de Hugo junto a mí rumbo a la primaria, sus brazos chorreados de mugre y su llanto el día que me peleé en la escuela; a César mostrarse todo un guerrero desde que nació, tomándome de los hombros arriba de la bicicleta cuando lo traía del preescolar y renegando, siempre, todavía; a Lili la primera vez que la abracé y la uní a mí para siempre, comiendo platos enteros de ostiones y patas de mula desde los dos años, con su cabello largo, bailarín y con el amor más manifestado que conozco.
No dejo de verlos así. No dejan de ser niños. Eso tenemos. Me los traje de paso en esta decisión que tomé de no crecer, de mantener vivo al niño, de ver amanecer hasta ahora los regalos en el árbol de Navidad y mostrar la misma ansiedad y sorpresa de la madrugada. Reímos, lloramos juntos, compartimos la emoción. Somos uno.
Este domingo los vi realizados, cada uno con sus retos y dificultades pero ninguno vencido. Todos hacen lo que quieren, lo que les gusta: abogado, contador, psicóloga, los tres con principios inquebrantables, valor y mucho por hacer. No somos hermanos con autos último modelo, ni con casas y terrenos, cada uno hace su lucha individual, con sus familias y con la claridad de que no podemos uno sin el apoyo del otro, no podemos dejar de ir al futbol de los domingos, ni dejar de asistir a la apertura del lugar de trabajo, ni de hablar con orgullo de los tres, ni dejar de amarnos.
Todos somos unos sentimentales, eso lo compartimos con nuestros papás. Ni modo. Somos imperfectos, discutimos, nos enojamos, nos sentimos mal de un mal comentario y preocupados de una decisión que consideramos poco acertada, pero nos disfrutamos este domingo, otro más, uno feliz que tuve.
*En la foto, Hugo y Lili inauguran sus oficinas en Ávila Camacho.

1 comentario:

Rojas dijo...

=) gracias, gracias, gracias..amo tu profesión.. cuando te leo me trasporto a otro espacio =)