Pepe Villaseñor: Pancho, te anda buscando Pepe Hernández porque dice que ya tiene la pieza que le encargaste. Me parece que es un San Francisco de Asís.
A mi mente llegaron varios recuerdos relacionados con este santo. “El más cercano a Cristo”, decía Fray Jesús María cuando yo vivía en Nayarit. Sonreí. Me di cuenta de que haberle pedido a Pepe esta escultura en papel maché, fue un acierto. Mi parte mística está depositada en el hermano de Asís, quien ha sido mi guía y en estos momentos mi soporte. Llegó cuando más debo agradecerle.
Lo cuento poco, por lo serio del tema y lo incómodo de que se me juzgue de fanático o santurrón, pero tuve una visión.
Llegué una mañana, sin planearlo, a la iglesia de Coyoacán, donde me senté, cerré los ojos y le pedí ayuda para saber si escribir para niños es lo mío. Respiré hondo, abrí mi mente y aparecieron imágenes que me impactaron: sus estigmas. Entonces entendí todo. Comprendí que los dones son para ofrecerlos a los demás y lloré de emoción. Agradecí y quedé sin dudas desde entonces.
Fui a casa de Pepe. Ingresar es como estar en un museo de arte popular y sentarse en su sala es como llegar a la vieja casa de una tía que seguramente sabe preparar el mejor champurrado. En este caso, fui bien atendido con un agua de limón con chía y un tequila derecho.
En la plática aparecieron los motivos por los cuales encargué este trabajo, la simpatía que compartimos por Francisco de Asís y desde luego, le conté de mi encuentro espiritual. No me sorprendió que pusiera tanta atención y que además se conmoviera con la historia (reservada para muy pocos). Así, todo cobró sentido, supo que su trabajo llegaría a buenas manos y me quedó claro que se lo encargué al mejor.
Ahora, San Francisco de Asís está en mi casa, creado por un artista que se denomina artesano (rastro de humildad de la tercera orden), elaborado en papel maché que parece estofado de tan bien hecho, con rastros del barroco del siglo XVIII en México y, desde luego, sus tres estigmas. Digno de todas las atenciones y veneración.
Pocos saben de la incursión que hice a los 19 años a la vida franciscana. Ésta me marcó para siempre y Coyoacán sirvió para darme cuenta de que también delineó el camino que ahora decido recorrer.
Hoy estoy contento y, sobre todo, inspirado.
*La foto es la del santo ya mencionado que llegó a la casa.
5 comentarios:
regalame uno del Santo Niño de Atochaaaaaaaa
C.
pancho, no importa la forma, sino el fondo. ya con eso estàs del otro lado. y menos mal que comienzas a despertar.
reconocer es revivir.
campana remasterizada
Primo, te saludo con mucho gusto desde el estado de michoacan, creo que serán de mis ultimos viajes de trabajo, pues estoy por emprender nuevos proyectos en guadalajara. La palabra "ojalá" es una de mis favoritas por todo el significado que puede encerrar. Asi pues, tu que ya iniciaste nuevos proyectos ojalá que vaya todo bien, saludos. Primo
huuu!! cuando vi a San Francisco en tu casa sabes que vino a mi mente... mucha mucha tristeza.. recorde cuando te fuiste y la falta de compañia al no tenernte en casa..pense en cuando me llegaban tus cartas y cuando me encerraba a leerlas para que nadie me viera llorar..ummm...pero despues vi tu cara de felicidad por tener la imagen y tus ojos llenos de plenitud por seguramente tener recuerdos muy gratos, que logre confundirme... ahora que te leo entiendo muchas cosas y hacen sanar la parte de olvido y abandono que me recuerda San Francisco...que bueno que estas aqui =) besos...
Ay flaca... Ese tiempo que dejé la casa me sirvió mucho para crecer. Marcó el camino que ahora sigo. Yo te extrañaba muchísimo. Sabes que eres mi sol. Me emocionaba muchísimo tener noticias ¨tuyas y de César. Te quiero como lo que más.
Publicar un comentario