miércoles, febrero 25, 2009

Tiempo perdido


Retomé Momo. Recuerdo que estaba en la preparatoria la primera vez que lo leí. De ahí en adelante, me aficioné a la literatura fantástica y luego a la infantil. Y leer ahora esta novela de Michael Ende, en una edición de pasta dura, más bonita que la de entonces, me coloca en un sitio distinto, apoderado por los hombres de negro y con un signo de interrogación como respuesta cuando me pregunto a qué dedico mi tiempo.
Me preocupa la voz de mi madre, me molestan las indirectas y llamadas de atención de mis hermanos cuando un fin de semana no voy a visitarlos. Extraño a mis amigos y extrañaba mucho escribir en este espacio olvidado desde hace tres meses.
Mi papá dice: "prioridades". Y sí, como la de sentarme a leer en voz alta para alguien, la de escribir cartitas con dibujos para mis sobrinos, la de tomarme unas micheladas deliciosas de las que hace Mario en casa de Fredy, la de ir a ver al Atlas cuando viene Fausto a Guadalajara, la de ir a la lucha libre, la de abrazar en un saludo. En Momo, para los de negro todo eso es tiempo perdido, mal aprovechado. Ya decimos como algo normal: "invertí el tiempo en esto o aquello". En estos tiempos, "invertir" es un riesgo. Podemos ganar o perder. Pero creo que cuando se trata de los amigos, la familia, el libro, escribirnos a nosotros mismos, hablar con Dios, comprarnos un helado de chocolate, todo es ganar.
Dejé el blog porque me quitaba tiempo. Vuelvo porque he perdido más al no utilizar mi tiempo para escribirles por aquí.
Aquí sigo. Me reconozco. No me gusto del todo, pero trabajo en ello. Así que a escribir, a leerlos.

* La foto es tomada en mi oficina. Creo que la tomó Oriana. Lo dice todo.

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